HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




TERCERA CAMPAÑA DE ITALIA (1511 - 1513)

BATALLA DE RÁVENA (11 de abril de 1512)

Derrota de don Hugo de Cardona, virrey de Nápoles, ante Gastón de Foix, duque de Nemours, a pesar del éxito demostrado por la infantería española, que derrotó a la alemana y a la francesa y supo resistir la caballería pesada francesa.

Rávena se encuentra en la orilla izquierda del rio Ronco. Los franceses habían establecido su campo en la llanura que existe entre este río y el Montone, para sitiar la ciudad, tomarla e impedir que fuese de puerto de entrada de refuerzos y aprovisionamientos para el ejército aliado.

El virrey de Nápoles se aproximó a la ciudad por la orilla derecha para levantar el sitio. Una vez llegado al rio Ronco, desplegó la infantería española en primera línea al mando de Pedro Navarro, y a la infantería italiana detrás en segunda fila. A la izquierda de la infantería desplegó a la caballería pesada de los hombres de armas al mando de Fabricio Colonna. A la derecha y algo a retaguardia colocó a la caballería ligera al mando del marqués de Pescara. Delante de la infantería colocó la artillería de poco calibre y unos 30 carros armados con largos cuchillos que tenían objeto destrozar al enemigo en el momento del choque. La artillería de grueso calibre quedó desplegada delante de los hombres de armas.

Gastón de Foix, el nuevo duque de Nemours, dejó a 3.000 hombres y 2 cañones frente a la plaza de Rávena y se dirigió con el resto (24.000 infantes, 4.000 jinetes y 50 piezas de artillería) a hacer frente al virrey de Nápoles, que contaba con 18.000 infantes, 2.000 jinetes y 24 cañones. Desplegó con la artillería en el centro, la infantería en la izquierda y la caballería a la derecha. Quedaban, pues, enfrentadas ambas infanterías y ambas caballerías. Los franceses iniciaron la batalla cruzando el río Ronco y avanzando sobre el ejército aliado hasta una distancia de unos 150 pasos. En vista de que éste se mantuvo en sus posiciones sin moverse, el duque ordenó hacer alto sin atreverse a atacar. A continuación se inició un vivo cañoneo que duró bastante tiempo y en el que la infantería francesa llevó la peor parte y sufrió numerosas bajas. En vista de ello el duque de Nemours sacó la artillería del centro de su despliegue y la llevó al extremo derecho, junto a la caballería, al tiempo que comenzó a extender este ala en un movimiento de arco hasta rebasar el ala izquierda de los aliados y amenazar su flanco y retaguardia.

Una vez finalizado el movimiento envolvente, la artillería francesa rompió el fuego en diagonal contra la izquierda aliada, desordenando las filas de la caballería pesada y provocando numerosas bajas. Fabricio Colonna no pudo soportar asistir el ataque de la artillería francesa sobre ellos sin hacer nada, así que ordenó la carga sobre la caballería francesa que tenía frente él, sin que lo autorizara el virrey. Ese era el resultado que esperaba el duque de Nemours: atraer la caballería enemiga a un terreno más llano y apto para el combate de su caballería, los famosos hombres de armas franceses, la caballería por excelencia. Fabricio Colonna recibió el refuerzo de la caballería ligera del marqués de Pescara, pero a pesar de todo fueron arrollados por los franceses, que cogieron prisioneros a Fabricio Colonna y al marqués de Pescara. Al presenciar este descalabro, las tropas desplegadas en tercera línea y el virrey huyeron abandonando el campo.

Solo quedaron en su puesto los escuadrones de infantería española e italiana. La española estaba en primera fila y se había librado de los efectos de la artillería echandose a tierra tras unas sinuosidades del terreno. Observaronn la derrota de su caballería y la huida de su general en jefe. Una vez finalizada la munición de la artillería enemiga, vieron que todo el ejército francés se les echaba encima. Pero la infantería española reaccionó a la orden de su jefe, Pedro Navarro, y se echó sobre los primeros enemigos, que resultó ser la infantería de landquenetes alemanes, cuyas armas les sirvieron muy poco en el combate cuerpo a cuerpo. El choque fué muy violento y a punto estuvieron los españoles de desorganizarse. Pero éstos, siguiendo sus tácticas, se echaron debajo de las picas enemigas espada en mano atacando y matando alemanes. Una vez derrotada la infantería alemana, se enfrentaron a la francesa y a la del duque de Ferrara, a las que también vencieron.

Mientras tanto la infantería italiana de segunda línea fue acosada por un cuerpo de infantería francesa y una compañía de hombres de armas. Esto, unido a las bajas que la artillería les causó, hizo que comenzasen a flaquear. Pedro Navarro se dió cuenta de ello, y en lugar de lanzarse a atacar la artillería enemiga que tenía a su alcance, envió parte de sus tropas a socorrer a los italianos. Con el resto se dispuso a resistir el nuevo ataque de la infantería alemana y francesa, rehechos ya sus cuadros tras el fracasado ataque anterior.

El duque de Nemours se mostró impaciente al ver la resistencia de los cuadros de infantería española, y cargó contra ellos con todo lo que tenía a mano y con la caballería pesada de los célebres hombres de armas franceses. A pesar de ello, los españoles resistieron la tremenda carga de caballería, en la que el propio duque de Nemours resultó muerto.

Muertos casi todos sus coroneles y capitanes, Pedro Navarro aprovechó la confusión de los franceses para emprender ordenadamente la retirada de la infantería española. Pero en el intento el célebre capitán español resultó herido y hecho prisionero por los franceses. Su captura fue funesta para las armas españolas, pues Pedro Navarro se sintió abandonado por el rey Fernando el Católico y puso su talento al servicio del rey Francisco I.

Las bajas fueron muy altas en ambos ejércitos y pasaron de 11.000 los muertos y heridos. Entre aquellos se contaron Ivo de Alegre, lugarteniente del ejército francés en las dos campañas contra el Gran Capitán en Nápoles, y Pedro de Paz, que se había distinguido a las órdenes de éste también en las campañas de Nápoles. Pedro Navarro, Fabricio Colonna y el marqués de Pescara resultaron prisioneros de los franceses.

Consideraciones sobre la batalla

En esta batalla son de destacar el papel protagonizado por la artillería a la hora de quebrantar las fuerzas aliadas, y el de la infantería española, que mereció los elogios y admiración de sus mismos enemigos. Si el virrey hubiese permanecido en el campo con las fuerzas de la tercera fila en lugar de huir, tras la muerte del duque de Nemours la batalla hubiera resultado una victoria española.






FUENTES: