LA MATANZA DE LA COLUMNA DE QUEBDANI (22 - 25 de julio)

Tras dos días de estar asediado en Quebdani con unos 1000 hombres a sus órdenes, el coronel Silverio Araujo Torres rindió su fuerza sin disparar un solo tiro al jefe de la cábila de Beni Said. Una vez los soldados españoles fuera de la posición y desarmados, los moros se echasron sobre ellos asesinándolos.

La circunscripción de Kandussi estaba formada por el territorio de la cábila de Beni-Said, amiga de España. Estaba cruzada por el río Kert y asignada al regimiento de Infantería “Melilla” núm. 59.



Circunscripción de Kandussi, en territorio de la cábila de Beni-Said.

Este regimiento tenía unos 700 hombres formando la columna móvil de Kandussi, a los que se añadía la 6ª Batería de Montaña del Rgto. Mixto de Artillería, y otros aproximadamente 900 hombres desplegados en 16 posiciones a ambos lados del río Kert.

La cabecera de la circunscripción era Kandussi, posición central a la izquieda del rio Kert tras el avance; las posiciones de la derecha del Kert, que en su momento habían formado la línea del frente y línea de partida del avance del general Silvestre, se encontraban bastante desguarnecidas.

19 de julio

El 19 de julio, tercer día del asedio de Igueriben el general Silvestre concibió la idea de ocupar una nueva posición en la costa. Para ello ordenó al coronel Silverio Araujo Torres, jefe del regimiento de “Melilla”, que abandonase la plaza y tomase el mando de parte de la columna móvil en Kandussi el 21 de julio, para trasladarse a la posición de Quebdani y realizar la ocupación. Pero los acontecimientos de Annual darían al traste con los propósitos del general.

22 de julio

A las 00:30 horas del 22 de julio el coronel Araujo llegó a Kandussi, donde recibió la orden de trasladarse con toda la columna móvil a Quebdani y esperar nuevas órdenes para trasladarse a Afrau. A las 05:00 horas la columna móvil llegó a Quebdani, el coronel Araujo recibió la contraorden de permanecer en la posición; por lo tanto la columna vivaqueó entre el parapeto y la alambraba, pues no la posición no había sitio para tanta gente.



Coronel don Silverio Araujo Torres, jefe del Regimiento de Infantería "Melilla" núm. 59.

Por la tarde el coronel recibió la noticia de la caída de Annual y la retirada de las fuerzas españolas hacia Dar Dríus de boca de dos oficiales de Policía Indígena. Poco después se presentó Kaddur Namar, quien aconsejó al coronel Araujo que se marchasen ese mismo día, pues al día siguiente sería demasiado tarde.

Visto el estado de abandono de la posición, que había sido reparada hasta la caída de Abarrán un mes y medio antes en que se cerró el parapeto y se rodeó de alambrada, que no tenía espacio para albergar a toda la columna en su interior, que carecía de depósitos de agua, sin víveres ni munición extraordinarios para atender a la columna, el coronel mandó un convoy de regreso a Kandussi, situada a 14 kilómetros, para que trajese cuanto pudiese transportar de víveres y municiones.

A las 21:00 horas salió el convoy de aprovisionamiento al mando del comandante Sanz Gracia, regresando al amanecer del día siguiente cumplida la misión sin tropiezo con el enemigo y sin novedad.

Este día, por la tarde, aún se pudo hacer la aguada, cuyo puesto estaba a un kilómetro de la posición, y donde el coronel Aguado había enviado la 6ª Compañía, 3º Batallón, Rgto. “Melilla”, de 106 soldados a las órdenes del capitán Enrique Amador Asín, para defender el puesto de la aguada.

Simultáneamente, el coronel propuso al general Navarro por teléfono la retirada de la fuerza a la línea del Kert, por estar la columna móvil descentrada, en medio del territorio de Beni-Said de dudosa lealtad, estar demasiado lejos de las posiciones de la circunscripción, ser éstas demasiado débiles y necesitar refuerzo para su defensa. La respuesta de Dar Drius fue ambigua y al coronel Araujo le faltó resolución para ejecutar su propuesta, puesto que la respuesta había sido: “si el movimiento era con finalidad militar, que se hiciera; pero que si obedecía a petición de la cabila, que no”. Esta ambigua respuesta iba en contra de la intención de Alto Comisario, cuyas primeras instrucciones al general Navarro iban en la línea de replegarse y hacerse fuertes en la línea del Kert.

Llamado de nuevo el jefe Kaddur Namar y preguntado sobre su lealtad hacia España, contestó que lo haría si el coronel recibía refuerzos con los que resistir el ataque de la harka levantada; en caso contrario, que tendría que levantar su cábila y sumarla a la harka enemiga.

23 de julio

Entre las 07:00 y 08:00 horas del 23 de julio llegaron a Dar Dríus dos oficiales de parte del coronel Araujo para exponer de nuevo la propuesta al general Navarro; este no solo aprobó la propuesta sino que la elogió, autorizando con ello el repliegue de la columna a Kandussi y el repliegue de las posiciones de Beni-Said a las posiciones de la línea del Kert. En consecuencia, el coronel Araujo ordenó a las posiciones que realizasen el repliegue a las 14:00 horas de ese mismo día.

Una hora después de dar la orden, el coronel recibió una llamada telefónica del general Navarro, quien le dijo que el capitán Gerardo González-Longoria Aedo, jefe de la 11ª mía de la Policía Indígena, le había hecho dudar de la lealtad de las cábilas y que éstas se levantarían si los españoles abandonaban las posiciones, y le pidió al coronel que examinase con el capitán otra propuesta.

El coronel se juntó con el capitán e identificaron otra línea de posiciones donde replegarse; al no encontrar el coronel razonable la propuesta del capitán llamó al general, pero no pudo hablar con el por estar ya cortadas las líneas telefónicas. En vista de ello la resolución del coronel fue dar contraorden a las posiciones para que permanecieran en las mismas.

La situación en el territorio comenzó a ser preocupante. Algunas posiciones, que ya habían efectuado el repliegue, Sidi Abdalah y Dar Buzian, fueron atacadas nada más salir; llegaron del ataque a los convoyes de la posición de Busada y del propio Quebdani; la posición de Tisingart ya había caído y estaba ardiendo. Por el territorio comenzaron a verse grupos de moros armados deambulando por el campo.

A las 17:00 horas se sacó el convoy de la aguada, como era rutina todos los días; pero el enemigo se apostó en unas lomas cercanas desde las que batía eficazmente el puesto de la aguada, con lo que el convoy no pudo llegar; esa noche se racionó el agua.

Durante aquella noche el enemigo hostigó la posición, sin que se le contestase desde ésta.

24 de julio

A las 07:00 horas del 24 de julio se intentó de nuevo hacer la aguada, sin conseguir de nuevo llegar al pozo y sufrir varias bajas. Las bajas fueron la muerte del alférez Ruiz y un soldado herido, lo que, según el general Picasso, “da la medida del empeño puesto en el intento”.

Ante lo apurado de la posición el coronel Araujo trató de negociar con el jefe Kaddur Namar. Éste no se presentó en la posición, sino dos de sus lugartenientes. El trato consistió en permitir la aguada esa misma tarde o al día siguiente, cesar las hostilidades nocturnas dejar salir la columna de la posición en dirección al rio Kert. A cambio, el coronel les ofreció 1000 pesetas, de las que se llevaron 500 pesetas en concepto de anticipo. Ni que decir tiene que los moros no cumplieron su parte del trato: no hubo más aguadas y el hostigamiento nocturno continuó.

Por la tarde de ese día se presentaron delante de la posición un grupo de unos 40 soldados con bandera blanca y se identificaron a toque de corneta con la contraseña del regimiento; entraron el teniente que los mandaba y los dos soldados que le acompañaban, que dijeron ser los únicos supervivientes de los 120 hombres de las posiciones de Tizi Inoren y Dar Buzian. El teniente y sus dos acompañantes quedaron en la posición, pero los moros se llevaron al resto de los soldados, sin que se sepa lo ocurrido con ellos.

Por lo demás, desde Quebdani seguían viéndose arder las posiciones de la demarcación y llegando noticias por heliógrafo del ataque a las mismas.

25 de julio

Por la mañana del 25 de julio unos emisarios de Kaddur Namar se presentaron en la posición proponiendo de nuevo la rendición y entrega del armamento a cambio de la salida de la guarnición hacia el Kert.

El coronel reunió a todos los oficiales en consejo y les propuso tres opciones: resistir y defenderse hasta morir; abrirse paso para romper el cerco, lo cual supondría muchas bajas; o rendirse bajo las condiciones propuestas. El tono del coronel rechazaba claramente la tercera opción; sin embargo, un oficial “no identificado” dijo que la tercera opción era la más aceptable, a lo cual el coronel le quitó la palabra bruscamente, suspendió la junta y dispuso que todos le dieran su opinión por escrito. Reanudada la junta y hecho el escrutinio, resultó que dos tercios de los oficiales optaban por la rendición. El coronel anunció “que ya sabía la resolución que a su deber incumbía”.

Mientras tanto, y aprovechando la tregua y la llamada que hizo el coronel para que viniese el jefe Kaddur Namar, los moros fueron poco a poco acercándose y rodeando la posición. Al deponer el armamento y comenzar la tropa a salir del parapeto, los moros irrumpieron en tropel en la posición haciendo fuego y matando a los desprevenidos soldados, quienes buscaron desesperadamente la salvación en la huida.

Defensa del puesto de la aguada

En un cobertizo junto a la casa de oficiales quedaron los jefes, un grupo de oficiales y alguna tropa. Conviniendo que no podían hacer nada, salieron al exterior, donde el jefe Kaddur Namar les recogió y les llevó a su casa. Su intención era llevarles a Melilla para canjearlos por algunos prisioneros; pero se presentó Abd el-Krim y se llevó a los prisioneros a Axdir, junto al resto de prisioneros tomados en el desastre de Annual.

Debe mencionarse y divulgarse la defensa que hizo el capitán Amador del puesto de la aguada de Quebdani. La compañía quedó rodeada y sitiada la noche del 23 al 24 de julio, cuando el capitán optó por refugiarse en la casa edificada junto al pozo, que acabó de fortificar, aspillerando el muro y levantando un pequeño parapeto en la azotea.

El día 24 de julio el capitán envió un cabo a la posición con doce voluntarios para recoger pan y cantimploras con agua. Lograron llegar con tan solo un herido, pero no pudieron regresar a la compañía del intenso fuego al que les sometía el enemigo. Además, el capitán pidió que los cañones de la posición hiciesen fuego sobre las casas cercanas que rodeaban el pozo, para desalojar de ellas a los moros que les atacaban desde ellas. Así lo hicieron desde Quebdani, pero la noche siguiente los moros volvieron a ocuparlas.

El 25 de julio por la mañana volvieron a rechazar un ataque por la parte norte; seguidamente otro grupo se acercó a la casa por la parte sur en buen orden de combate; uno de los moros, con uniforme de tropas Regulares, se acercó y pretendió entrar en la posición de orden del coronel, a lo cual contestó el capitán Amador que solo entregaría la posición ante una orden por escrito del coronel. El fuego se reanudó y el ataque se generalizó causando varias bajas en la compañía. Al cesar el fuego y pretender volver a parlamentar con el capitán, este se puso en contacto telegráfico con el coronel informándole de su estado y situación; desde la posición se le contestó que estuviese atento a lo que hiciese la posición, que sería la retirada hacia Kandussi o hacia Melilla.

Tras este mensaje recibieron otro ordenando la rendición. El capitán formó la compañía para efectuarla, pero puso como precaución unos 40 soldados apostados en la azotea. En ese momento fueron testigos de la matanza desencadenada en Quebdani, por lo que el capitán se aprestó de nuevo a la defensa.

Ante la nueva petición de rendición de los moros, el capitán contestó que no se rendía. El fuego se reanudó y los moros, crecidos en número, lograron tirar el parapeto que cubría la puerta. Llegado este momento, el capitán ordenó calar bayonetas y cargar contra el enemigo. Éste, parapetado en las ruinas de las casas vecinas, fusiló a placer la compañía. Murió el capitán Amador, y con él la mayor parte de la compañía. El teniente Felipe Casinello López cayó herido sin sentido en tierra y fue dado por muerto por los moros. Al atardecer se recuperó y vió horrorizado el suelo sembrado de cadáveres y los estragos hechos por los moros en los cuerpos de los españoles. Comenzó a andar en dirección a Melilla y tras vagar cuatro días errando y caminado de noche y sorteando mil peligro, llegó a la Mar Chica y fue recogido por unos legionarios el 29 de julio.