Es digno de hacer notar el brillante
comportamiento del Capitán señor Cebollino, el cual, con inminente
riesgo de su vida y en brillante carga con sus regulares, atravesó
las filas enemigas y llegó hasta la posición, debiendo añadir que
oí repetidas veces decir al Jefe de la Posición, Comandante don
Julio Benítez, que había de proponerles a sus superiores para la
concesión del empleo por su bizarría y las dotes que demostró
atravesando con escasas fuerzas las líneas enemigas en número
considerablemente superior.
Como desde el primer momento faltó el agua, ya
que diariamente se hacía la aguada para las necesidades del día,
sin que existiera un depósito para tener un remanente con que poder
atender a las necesidades en un caso de estos, se repartió media
cuba de vinagre que existía en el repuesto de la posición y se puso
especial cuidado en el consumo de municiones, dándose la orden
terminante de no tirar más que a blanco seguro, y estableciose un
servicio de contra-pasos.
El convoy a que alude, según manifestaciones de
los Oficiales encargados de su conducción, Teniente de Artillería
señor Nougués y Alférez de Intendencia señor Ruiz Osuna, salió
muy mermado de Annual, pues cuando se hallaban cargando todos los
elementos recibieron orden de suspender ésta y salir inmediatamente,
dándose el caso lamentable que salieron varias cargas con leña y se
quedaron olvidados material de repuesto para la sección de
ametralladoras, y en el camino se perdieron las cargas de cartuchos
de fusil y dos cajas con espoletas de artillería.
Las fuerzas de este convoy, compuesta de soldados
de Artillería del Parque Móvil y de Intendencia, llegaron en su
mayor parte heridos, y hubieron de quedarse en la posición según
orden recibida de Annual, así como los mulos que llegaron; para que
en el próximo día que llevarían nuevamente convoy regresaran; lo
cual constituyó un estorbo para la defensa de la posición, por la
ya dicha carencia de elementos sanitarios y agua.
Durante la mañana del día 18 y a primeras
horas de la tarde continuó violento el fuego de fusil y el
enemigo empezó a cañonear la posición, cuyos disparos al principio
carecían de eficacia, pero lograron dar con la puntería y ocasionó
su explosión algunas bajas, todas ellas de tropa; este tiroteo
aumentó de intensidad hacia las cuatro de la tarde en que por
las fuerzas de Annual se trataba nuevamente de hacer llegar el
convoy, intento que no se pudo lograr por el violento esfuerzo del
enemigo y su considerable superioridad sobre las fuerzas nuestras.
Especialmente hubo de recharzarse el empuje del
enemigo en el sector E. de la posición, por su proximidad al
parapeto, cubierto por unos grandes peñascos que había.
En esa tarde, además de siete bajas de tropa, de
ellas tres muertos y los otros heridos, fue herido gravemente el
Teniente don Julián Sierra Serrano, el cual hubo de dejar el mando
de la primera Sección de la Segunda Compañía del primer Batallón
del Regimiento Ceriñola, y herido levemente el Teniente que
suscribe.
Durante la noche de este día arreció el
fuego enemigo, el cual atacó la posición con granadas de mano,
empleándose en rechazarlo las 50 de dotación que había en la
posición. Puso especial intento el enemigo en asaltar la posición,
llegando hasta las alambradas y dirigiéndose con palabras soeces e
injuriosas a la oficialidad y prometiendo a la tropa que si desertaba
de su puesto habían de ser puestos sanos y salvos en Melilla. La
guarnición, con un excelente espíritu de sacrificio, contestó con
descargas cerradas a la invitación de los moros y con ¡Vivas a
España!, siendo digna de admiración la figura del Comandante don
Julio Benítez, el cual, sin descanso dirigió la defensa, atendiendo
a todos los frentes y elevando la moral de las tropas con su heroico
ejemplo y sus palabras enérgicas de aliento, arengó varias veces a
las tropas y su figura era admirada por todos los defensores, que
desde el primer momento depositaron en él fe ciega por su bizarría.
La guarnición ocasionó al enemigo bastantes
bajas vistas, pudiéndose citar el caso de que entre la alambrada y
el parapeto quedaron muertos cuatro moros, que dirigieron sus
esfuerzos a la batería de artillería que en la posición había.
Durante la noche, cuatro de los policías moros
que había en la posición en número de seis y un cabo, fueron
muertos defendiendo la cocina del campamento.
En ese día 18, como las bajas estaban sin
enterrar, por ser de roca la posición, se intenta por el Teniente
don Ovidio Rodríguez llevar a cabo esta sagrada misión fuera de la
posición, protegiendo con su Sección este servicio, y apenas
salieron de la alambrada, dirige el enemigo certero fuego contra
ellos, ocasionándonos dos bajas más, por lo cual dásele la orden
del Comandante de retirarse, logrando a pesar de ello enterrar el
cadáver del Sargento Antón, muerto el primer día, y arreglar parte
de la alambrada del sector N., la cual había sido derruida por los
mulos al ser muertos, y ello facilitaba la aproximación del enemigo
durante las noches, en sus intentos de asalto.
Frente a la posición había quedado un soldado de
Regulares de Melilla mal herido el día anterior al tratar de hacer
llegar el convoy y comprendiendo el señor Comandante era un deber el
pago a su lealtad recogerle, ordenó al Oficial que suscribe para que
acompañado de otro soldado y apelando a la astucia fuese recogido.
Se presentó voluntario el soldado Julián Muñoz Contiñán, y entre
ambos pudo ser recogido, así como su carabina y canana con algunos
cartuchos, mereciendo por este hecho ambos la felicitación al frente
de la Segunda Compañía del Jefe de la posición.
Como la sed continuara en aumento, se reparte
entre la tropa las patatas que para la confección del rancho había,
las cuales, machacadas con el pomo del cuchillo bayoneta,
proporcionaban alivio a la abrasadora fiebre, la cual empezó a hacer
bajas en la guarnición, unido esto al hedor de los cadáveres
insepultos y mulos descompuestos.
A pesar de los reiterados esfuerzos del enemigo
durante todo el día 19 por las fuerzas de Annual, durante
todo ese día fue imposible el hacer llegar el convoy, por lo que la
situación fue siendo cada vez más crítica, agravándose además
por el calor sofocante que hacía, y que al número de bajas del
fusil enemigo hubieron de añadirse las producidas por el agotamiento
físico, empezando parte de la guarnición - los que menos resistían
- las torturas de la sed, a beber cuantas substancias encontraban a
mano, como tinta, agua de colonia y hasta orines.
El fuego continuó violento durante todo ese día,
durante el cual un disparo enemigo inutilizó el heliógrafo,
teniendo que apelar al aparato Mangin para no perder la comunicación
heliógrafica con Annual.
La Artillería enemiga, compuesta de dos cañones
establecidos en la loma de Amar-U-Said, a unos 1.300 metros de
distancia al S. de la posición, continuó haciendo certeros blancos
y destruyendo por efecto de un disparo parte del parapeto del sector
NO.; también alcanzó uno de los disparos a cuatro cajas de
municiones inutilizando casi la totalidad de su contenido , ya que
solo quedaron aprovechables unos cuantos cargadores de cartuchos.
Nuestra batería, que con sus escasas municiones se dedicaba a
acallar los fuegos de la contraria, se ve en la imposibilidad de
seguir haciendolo, por haberse agotado sus municiones.
De Annual se recibe el siguiente Heliógrafo:
"El Mando felicita a los heroicos
defensores, alentándoles a seguir manteniendo la resistencia con
ese admirable espíritu de sacrificio, que es la admiración y
orgullo de sus compañeros de armas. Ya se hallan concentradas en
Annual numerosas fuerzas que han de convoyar los socorros de que tan
necesitada está la posición. Y tropas frescas para relevar a los
heroicos defensores de Ygueriben, que tan ganado tienen el descanso.
La Patria, atenta a vuestro gallardo gesto, sabrá pronto
recompensar vuestros sacrificios."
Continuó durante la noche todo el fuego
del enemigo, el cual hizo derroche y gran alarde de consumo de
municiones, en su mayoría de "arbaia" y granadas de mano,
poniendo especial intento en apoderarse de los cadáveres moros que
aún quedaron entre la alambrada y el parapeto de la batería de
artillería, que por permanecer muda creían indefensa. Hubo de
reforzarse este frente con una Sección de Ceriñola, al mando del
Alférez Villanova, y se le hicieron bastantes bajas que quedaron a
nuestra vista.
Para apagar la sed de los soldados graves, se
utilizan los últimos recursos que quedan, que son unos botes de
tomate que el cantinero de la posición ofrece desinteresadamente,
mas son escasos para tanto herido y enfermo.
Para hacer sostenible nuestra situación y no caer
ante los reiterados intentos de asalto del enemigo, se les pide a las
baterías de Annual que rodeen con una cortina de fuego la posición,
lo cual hacen con precisión matemática.
Durante las primeras horas de la mañana cesa el
fuego, lo cual se aprovecha para dar descanso a las fuerzas, aun sin
alejarse del parapeto.
Amanece el día 20, durante el cual no se
pudo hacer intento de convoy desde Annual a pesar de lo desesperada
de nuestra situación, ya que esta situación hubo de atender a
restablecer sus comunicaciones con retaguardia, pues empezaba a ser
seriamente amenazada por el enemio, que empezaba a correrse, y no ser
muy clara la situación política de las cábilas.
Aumentan las bajas en número considerable, tanto
de heridos como de agotamiento, y las ametralladoras sucesivamente
van dejando de funcionar por inutilización de sus piezas y falta de
refrigeración.
La artillería enemiga, que continúa haciendo
certeros disparos, produce gran número de bajas, ya que explotó una
de sus granadas en la tienda dedicada a enfermería, muriendo casi la
totalidad de los que allí había, cuyo número se elevaba a treinta
y tantos. Escasamente se pueden cubrir todos los frentes por todos
los cuales éramos atacados desesperadamente, creyendo el enemigo
poder asaltar y tomar la posición, a pesar de que la mayor parte de
los heridos, incluso muy graves, prestan el servicio de parapeto. Los
Oficiales prestan también servicio de parapeto y especialmente el de
contrapaco.
Desde Ygueriben se cursa por el Comandante Jefe el
siguiente Heliograma:
"Tenemos muertos y heridos, carecemos de
agua y de víveres en absoluto y la gente se ve precisada a
permanecer día y noche en el parapeto para tener a raya al
adversario, cada vez más numeroso. Las municiones, con avaricia
escatimadas, empiezan a escasear, y para ahorrarlas aún más se
hace preciso que las baterías de Annual batan durante la noche la
loma espolón en que está enclavada la posición, para evitar las
bajas que desde ella nos hacen."
De Annual se nos contesta con el siguiente
despacho Heliógrafo:
"Héroes de Igueriben, tan alto poneis el
nombre de España, resistid unas horas más. Lo exige el buen nombre
de España."
Contestanto con este otro desde nuestra posición:
"los Heliogramas de V.E. han sido
acogidos con vivas a España. Esta guarnición jura a su General que
no se rendirá más que a la muerte."
Es herido por disparo enemigo el Teniente don
Julio Bustamante, de Artillería, defendiendo la posición bravamente
con sus artilleros la batería.
A últimas horas de la tarde el Jefe de la
posición ordena transmitir el siguiente despacho:
"Es horrenda la sed; se han bebido la
tinta, la colonia, los orines mezclados con azúcar. Se echan
arenilla en la boca para provocar, en vano, la salibación. Los
hombres se meten desnudos en los hoyos que se hacen para gustar el
consuelo de la humedad. Se ahogan con el hedor de los cadáveres. La
pestilencia y carencia de agua hacen mortales las heridas.
Conclúyense las municiones."
Por la noche se rechaza en briosa
resistencia el nuevo intento de asalto del enemigo, viéndonos
atacados también con grandes piedras lanzadas con hondas.
Un moro enemigo se dirige a los defensores
arrojando una carta de Abd-el-Krim en la cual se nos propone la
rendición a cambio del armamento y batería, comprometiéndose a
colocarnos a todos los defensores sanos y salvos en Annual. Se rechaza la intimación con un viva a España y una
descarga. Se transmite la noticia a Annual, el cual contesta:
"Resistid esta noche, y mañana os
juramos que sereis salvados, o todos quedaremos en el campo del
honor."
También se nos comunica que estemos atentos a una
partida que al mando de un Suboficial intenta, por medio de una
estratagema, llegar hasta las inmediaciones del parapeto y arrojar
algunas cantimploras con agua y coñac; transcurrió toda la noche
sin que llegue el ansiado refuerzo.
Amanece el día 21 y de Annual se ponen en
movimiento cuantas fuerzas había allí concentradas para, en
desesperado esfuerzo, hacer llegar el convoy y recoger la exhausta
guarnición. Nuestras bajas aumentan. Las municiones son escasísimas
y en vista de que el convoy de Annual, a pesar de su titánico
esfuerzo, no logra hacer llegar, se recibe orden del General en Jefe
de iniciar la retirada, tratando de acogerse a las guerrillas de las
fuerzas que intentaban llevar el convoy y ver el medio de salvar a
aquellos, después de inutilizar y quemar todo el material de la
posición. El cual se contesta con otro:
"Nunca esperé recibir de V.E. orden de
evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en
este momento, y como la tropa nata tiene que ver con los errores
cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada,
cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la Oficialidad que
integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como
mueren los Oficiales españoles."
A las dos de la tarde se reparten las
escasas municiones disponibles, unos veinte cartuchos por hombre, y
se organiza la retirada, ya que las fuerzas de Annual comunican que
ante la imposibilidad de llegar van a empezar su regreso.
Se transmite el último despacho, que decía:
"Sólo quedan doce disparos de cañón,
que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos y al
doce disparo hacer fuego sobre la posición, pues moros y españoles
estaremos envueltos en la posición."
La retirada se organizó del siguiente modo:
-
Vanguardia al mando del Capitán Bulnes, el
cual nuevamente toma el mando de su Compañía en el cual cesó
por enfermedad grave producida por agotamiento.
-
Flanco derecho, una Sección al mando del
Teniente que suscribe, con orden de tomar una altura próxima en
la cual había de sostenerse hasta la total evacuación de la
posición, incorporándose a la retaguardia.
-
Flanco izquierdo, al mando del Teniente don
Alfonso Galán Arrabal, con la misma orden que el flanco derecho.
-
Grueso, al mando del Comandante, con los
heridos y enfermos.
-
Retaguardia, al mando del Capitán de
Artillería don Federico de la Paz Orduña.
Apenas se inició la evacuación, el enemigo en
número considerable irrumpió en la posición, sucumbiendo casi la
totalidad de las tropas en brillante empuje a la bayoneta y quedando
únicamente unos cuantos a salvo, que lograron llegar a Annual, donde
en su mayoría perecieron de cansancia y agotamiento aquella misma
tarde, resultando inútiles cuantos esfuerzos se hicieron, y el que
suscribe, que con otro soldado, cayeron heridos en poder del enemigo,
donde permanecieron cautivos durante dieciocho meses.
El Comandante murió al frente de sus fuerzas, el
cual no abandonó, a pesar de recibir gravísima herida en la cabeza,
la cual le hizo rodar por tierra, rehaciéndose inmediatamente y
conservando su admirable serenidad hasta que un nuevo disparo que
hizo blanco en su corazón le hizo caer muerto.
El Teniente de
Infantería Don Luis Casado Escudero