HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas



CAMPAÑAS DE LOS VALÍES MUSULMANES ENTRE 714 Y 756

Tercera expedición: Asturias

(Batalla de Covadonga, 28 de mayo de 722)

El cuarto gobernador de Al-Andalus fué Anbasa, quien en la primavera del 722 envió un ejército al mando del bereber Alqama contra los rebeldes astures. Junto a él marchaba el obispo hispalense Oppa, algo bastante extraño. El ejército musulmán cruzó las montañas por el Puerto de la Mesa, y devolvió el país a la obediencia del gobernador de Córdoba, otro bereber llamado Munuza, finalizando con ello los tres años de rebeldía de los astures encabezados por un tal Pelayo. Los tributos fueron nuevamente recaudados y el gobernador Munuza regresó a su sede de Gijón.

Para finalizar la campaña, Alqama persiguió a las escasas tropas del rebelde Pelayo hasta creer tenerlas acorraladas al pie del Monte Auseva, la actual Covadonga. Allí, el día 28 de mayo de 722 (día de Arafa del 103 de la Hégira), los musulmanes fueron sorprendidos y emboscados en el angosto valle asturiano. Las tropas de Pelayo atacaron el centro de la columna y en el encuentro murió el jefe bereber Alqama y hecho prisionero el obispo Oppa.

Parte de la vanguardia, aislada del resto de la columna y presionados por los cristianos, huyó por el único camino libre que tenía ante ella. Se dirigió hacia los Lagos de Covadonga y comenzó una penosa y trágica huida por los montes. Claudio Sánchez Albornoz relata el triste viaje por los cortados valles de los Picos de Europa en dirección a la Liébana. En su huida llegan a la Garganta del Cares, bajan al río y escalan la pared opuesta. Algunos caen despeñados. Se han encontrado restos humanos en la zona que así lo confirman. Al llegar a la Liébana, un desprendimiento de piedras sepultó a parte de los fugitivos en el río Deva. Siglo y medio después el rey Alfonso III confirmó este hecho, pues en su época el río Deva aún ofrecía vestigios de lo ocurrido.

De la retaguardia de la columna no se sabe nada. Quizás huyera presa de pánico y se lo contagiara al gobernador Munuza. El caso es que éste comprendió que la resistencia sería inútil y decidió abandonar la montañosa región astur.

Tras la victoria cristiana, la tradición afirma que Don Pelayo fue proclamado como rey en una campa que hay a la salida de la cueva de Covadonga denominada Repelayo, y que a una legua de distancia, junto al pueblo de Soto y en un lugar llamado Campo de la Jura, iban los jueces del Concejo de Cangas a jurar sus cargos hasta bien iniciado el siglo XX.

En su retirada, engañados quizás por los guías o por lo difícil del terreno, los musulmanes siguieron el valle del río Trubia hasta el lugar que se cierra en Proaza, o Olalías. Allí los astures les salieron al encuentro, aniquilaron a los musulmanes y mataron al gobernador Munuza.

Tras las derrotas de Alqama y Munuza, las montañas cantábricas quedaron libres para siempre de la dominación musulmana.





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