En 1808 estaba destinado en la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares como profesor, con el grado de Sargento Mayor o comandante del Real Cuerpo de Ingenieros. El 24 de mayo por la noche no se unió a la columna que protagonizó la Fuga de los Zapadores; sin embargo, se unió a la segunda Fuga de Ingenieros del 6 de junio que, junto con el coronel Pueyo y otros diez oficiales, se dirigieron a Zaragoza a participar en la defensa de la ciudad, sitiada por los franceses.

En Zaragoza dirigió con gran acierto y valor los trabajos de fortificación de la ciudad durante sus dos sitios. Famosas fueron sus palabras sobre la defensa, que fueron grabadas en marmol blanco y de colores en los talleres del Museo de la Academia de Ingenieros:

"Que no se me llame nunca si se trata de capitular, porque jamás seré de opinión de que no podemos defendernos."

Murió el 12 de enero de 1809 durante el segundo sitio como consecuencia de las heridas que le produjo una bala de cañón mientras observaba desde la batería "Palafox" los trabajos de zapa del enemigo.

Su retrato se custodia en la Sala de Banderas de la Academia de Ingenieros, como uno de los heroes más ilustres del Arma.