HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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RAMIRO II (931 - 951)

Quinto rey de León, decimoséptimo desde Don Pelayo

Era el segundo hijo del rey Ordoño II y de su primera esposa Elvira, a quien tambien llaman Geloira y Nuña. Se ignora la fecha de su nacimiento.

Ramiro II estuvo casado dos veces: la primera vez con una tal Teresa Florentino, madre del futuro Ordoño III y de una tal Elvira; la segunda con Urraca, que probablemente era hermana del rey García I de Navarra, madre del futuro Sancho I El Craso y que murió el 23 de junio de 956, a juzgar por una inscripción de San Vicente de Oviedo.

Ramiro II fue uno de los monarcas más belicosos de la dinastía leonesa. En los veinte años de su reinado protagonizó cuatro campañas ofensivas contra el califa Abd al-Rahman III; sufrió dos contraataques enemigos en sus tierras, en uno de los cuales venció al califa en la célebre batalla de Simancas (939); y tuvo que hacer frente a una rebelión familiar al comienzo de su reinado y una rebelión del conde castellano Fernán González.

Debió ser también un hábil diplomático, porque con frecuencia contraía alianzas ventajosas que le permitían vencer a sus enemigos y engrandecer sus territorios y, sobre todo, ahogar fácilmente las sublevaciones que se producían en contra de su autoridad. Su nombre, además, era temido y respetado en todas partes y sus triunfos tuvieron resonancia en el resto de Europa.

Ocupado toda su vida en la guerra, poco pudo hacer en el terreno pacífico, ni creemos tampoco que fuese muy necesario en aquella época en la que el pueblo, tal y como hoy lo entendemos, apenas existía y, además, estaba completamente identificado con su rey. Sin embargo, Ramiro II llevó a cabo numerosas construcciones religiosas: monasterios de San Salvador o de Elvira; San Andrés y San Cristóbal sobre el rio Cea; Santa María a orillas del Duero; y el de Destriana.

En el otoño de 949 Ramiro II hizo un viaje a Oviedo, y a su regreso a León se sintió gravemente enfermo; comprendiendo que se le acercaba su muerte, el 5 de enero de 950 abdicó en su hijo Ordoño III. Murió pocos dias después, siendo sepultado en el monasterio de San Salvador, que él había fundado. No obstante, el historiador Dozy afirma que su muerte ocurrió un año más tarde, en enero de 951, y se basa en un manuscrito de Sampiro que cita los testimonios de Abenadari y Abenajldún y ocho cartas, una de noviembre de 950, en las cuales Ramiro II figura como vivo.

Rebeliones familiares (931)

En 930, cuando su hermano el rey Alfonso IV hacía ya cinco años que ocupaba el trono, le llamó a la corte. Ramiro II vivía retirado en el Bierzo, donde tal vez ejercía la soberanía. Alfonso IV, probablemente fatigado del gobierno y de acuerdo con los grandes y demás electores, decidió abdicar la corona en su hermano, acto que se realizó el 11 de octubre de 930 (modernas investigaciones fechan la abdicación en 931) en la ciudad de Zamora.

Parece ser que la causa de la abdicación fue la muerte de la mujer de Alfonso IV, hombre veleidoso y débil. Poco después Alfonso se encerró en el monasterio de Sahagún. Pero al año siguiente, 931, Alfonso IV abandonó el claustro y cambió el hábito por las insignias reales, dispuesto a reclamar el trono de nuevo. Ramiro II, que se hallaba listo para combatir a los moros, suspendió momentáneamente sus planes, se dirigió a León, tomó la ciudad y se apoderó de su hermano, a quien encerró en un calabozo.

Sabedor además de que sus primos Alfonso, Ordoño y Ramiro, hijos del rey Fruela II, conspiraban contra él, los hizo prisioneros y los encerró en la misma cárcel donde estaba prisionero su hermano. Acto seguido, ordenó que les sacaran los ojos a los cuatro, de acuerdo a la legislación visigoda, y les trasladó luego al monasterio de Ruiforco.

1ª campaña: Madrid y Talavera (932)

Cuando Ramiro II se consideró asegurado en el trono en León, Asturias y Galicia, imprimió gran actividad a los preparativos de la campaña contra los moros. En el 932 su ejército marchó contra Madrid y Talavera, cuyos habitantes fueron pasados a cuchillo. El ejército regresó con abundante botín. Más detalles: campaña de Madrid.

Contrataque musulmán: Osma (933)

Tras el ataque del rey leonés, el califa Abd al-Rahman III no podía quedarse sin reaccionar. Por ello, sabiendo de la mayor debilidad del reino de Pamplona y recordando las victorias de sus dos pasadas expediciones de 920 y 924, el califa decidió repetir el camino, y se dirigió hacia Osma. Al hacerlo, centraron su objetivo en los dominios del conde Fernán González de Castilla, quien llamó al rey Ramiro II en su auxilio. Las huestes de ambos se unieron en las inmediaciones de Osma, donde se encontraban los moros acampados.

Allí se celebró la primera batalla de Osma, cuyo resultado fue una victoria de las armas cristianas.

Nuevo contraataque musulmán: Osma de nuevo (934)

A comienzos del verano de 934, el califa quiso repetir la frustrada expedición contra las tierras de Pamplona y desquitarse de la derrota. Llamó a sus gentes de armas para que se incorporaran a su ejército, y acudieron todos menos las huestes de Abu Yahya Muhammad, gobernador de Zaragoza y valí de la Marca Superior, que había entrado en negociaciones con el rey Ramiro.

A pesar de este contratiempo, el califa dió comienzo a la campaña y a finales de julio se presentó con sus tropas ante Osma. Allí le esperaba el rey leonés, que el 25 de junio estaba en León y que en cuatro días se presentó en el Duero para vigilar la frontera y aprestar la defensa. Los cristianos no osaron salir de la fortaleza, quizás porque estaban peor preparados que el año anterior. Abd al-Rahman menospreció la amenaza que suponía Osma, cruzó el Duero con su ejército y penetró en tierras de Castilla.

Una vez en tierras cristianas, los musulmanes se dirigieron a Pamplona, donde la reina Toda se sometió al califa se vió obligada a reconocer a su hijo García Sánchez I como rey. Después el califa retrocedió sobre Álava arrasando fortalezas, incendiando templos y talando campos. Finalmente cayó sobre Burgos, capital de Castilla, que demolió y saqueó a placer. El 6 de agosto, fiesta de los santos Justo y Pastor, se presentó en el monasterio de Cardeña, donde mató a 200 monjes e incendió el monasterio.

De regreso a Al-Andalus, el ejército de Abd al-Rahman fue derrotado en la segunda batalla de Osma y obligado a cruzar el Duero tras dejar el botín recogido en su campaña.

2° expedición: ayuda al gobernador de Zaragoza (936)

Abu Yahya Muhammad ibn Hashim Aboiahia había asumido el gobierno de la Marca Superior en 930 tras la muerte de su padre, Hashim ibn al-Ankar. Éste había gobernado en Zaragoza tan solo seis años, desde el 924, fecha de la muerte de su padre, Abu Yahya Muhammad al-Ankar ibn Abd al-Rahman al-Tochibi.

Al-Ankar había gobernado con prácticamente independencia durante los últimos años del emir Abd Allah, y tras la muerte de éste se apresuró a acatar al nuevo monarca cordobés. Éste le aceptó su lealtad y le confirmó en el puesto por haber contribuido decisivamente a la caída de los últimos Banu Casi.

En 934, por motivos que se desconocen pero que tienen que ver con las ansias de independencia de Abu Yahya y con los recientes éxitos militares de Ramiro II, el gobernador de la Marca Superior entró en negociaciones con el leonés. Ambos acabaron firmando un pacto en el que el musulmán reconoció la soberanía del rey Ramiro y éste se comprometió a facilitar ayuda militar llegado el caso. Ramiro logró que al pacto se sumase el rey de Pamplona.

El pacto fue mal recibido por los musulmanes de la Marca Superior, y en el año 936 algunos de sus jefes se rebelaron y lograron la sublevación de numerosas fortalezas. Entonces el rey Ramiro II se vió obligado a intervenir con sus tropas, a las que se sumó un contingente navarro. El rey leonés se presentó con sus huestes en Zaragoza, y en poco tiempo consiguió sitiar y conquistar los castillos sublevados. Una vez devueltos a la autoridad de su aliado Abu Yahya, Ramiro II regresó a León dejando algunos destacamentos navarros en auxilio del gobernador musulmán.

La reacción del califa Abd al-Rahmán no se hizo esperar. El monarca cordobés no podía tolerar la defección de la Marca Superior, por lo que al año siguiente, 937, reunió un poderoso ejército, se puso al frente del mismo y marchó contra el traidor Abu Yahya. Al llegar a Calatayud se encontró que la fortaleza estaba defendida por un tal Mutarrif ibn Mundhir al-Tudjibi, pariente de Abu Yahya, quien contaba con un contingente auxiliar de navarros. El califa inició el sitio, y en una de las salidas de los defensores Mutarrif ibn Mundhir cayó muerto. El mando recayó en su hermano Hakam, quien negoció con el califa la rendición para finalizar la dureza del cerco de la fortaleza. El califa perdonó la vida a Hakan y a los combatientes musulmanes, pero no así a los cristianos, a quienes mató.

Libre de obstáculos en su camino, el califa se dirigió a Zaragoza. En su avance recobró y sometió una treintena de castillos. Viendo el éxito de la expedición, quiso aprovechar su situación para entrar en tierras navarras. Para ello dejó a Ahmad ibn Ishak al-Kurasi, su general en jefe de la caballería, al mando del asedio de Zaragoza mientras él se dirigía hacia Pamplona, donde de nuevo entró y recogió el reconocimiento de vasallaje de la reina Toda. De regreso a Zaragoza, logró la capitulación de la capital, perdonó la vida a Abu Yahya y, vuelto éste de nuevo a la obediencia del califa, le confirmó como gobernador de la Marca Superior.

3ª expedición: Mérida, Badajoz y Lisboa (937)

Poco tiempo después, ese mismo año de 937 o quizás en el 938, el alcaide de Santarem, Omeya ibn Ishak Abu Yabia al-Tochibí, entró en tratos con el rey Ramiro II se pasó a los cristianos para vengarse del califa, que había hecho dar muerte a un hermano suyo. Su ejemplo arrastró a otros muchos musulmanes de la región. Siguiendo el consejo de su nuevo aliado, Ramiro II cruzó el Duero hacia el sur y llegó triunfante hasta Mérida y Badajoz. A continuación se dirigió a Lisboa, en cuyas inmediaciones se organizaron unas huestes musulmanas para hacerle frente. Ramiro II les derrotó, entró en Lisboa y seguidamente regresó a León con el botín.

El general musulmán Almudafar salió en persecución del rey leonés, pero no pudo darle alcance.

Contraataque musulmán: Simancas y Alhandega (939)

La osadía del rey Ramiro II hizo que el califa Abd al-Rahman III proclamase la guerra santa contra los cristianos. El califa estableció su cuartel general en Salamanca, donde consiguió reunir unos 100.000 hombres, al decir de las crónicas, y a donde él en persona se dirigió para ponerse al frente de su ejército. Necesitó más de un año para ultimar los preparativos, y una vez finalizados, el poderoso ejército cordobés se puso en marcha hacia Zamora, destruyendo todo a su paso y sin encontrar resistencia.

El Tochibí creyó oportuno reconciliarse con el califa, por lo que abandonó la alianza con el rey Ramiro II y solicitó el perdón a Abd al-Rahman III, que no creyó prudente negárselo y lo admitió de nuevo a su servicio. Además, le ofreció al califa información valiosa sobre la situación de los cristianos, pues Abd al-Rahman III se creyó con fuerzas suficientes para atacar la plaza de Simancas.

El 5 de enero de 939 se dió la batalla de Simancas, en la que el rey Ramiro II derrotó inesperadamente a los musulmanes. El monarca leonés persiguió a los restos del ejército musulmán y los volvió a derrotar en Alhandega, población hoy desaparecida y situada cerca de Simancas.

El descalabro musulmán fue inmenso, del que el califa tardó en reponerse. Los cordobeses perdieron entre 50.000 y 80.000 hombres (según ciertos historiadores), y el propio califa resultó herido en los mcombates. Las pérdidas de Ramiro II también debieron de ser enormes, pero no tardó en reponerlas gracias a la constante afluencia de cristianos de otras regiones, a las cuales había llegado el eco de la gran victoria del monarca leonés. Antes de dos meses después de la batalla, Ramiro II había reunido un numeroso ejército, cuyos principales jefes eran los condes Fernán González de Castilla y Asur Fernández.

Tras la batalla, el primer cuidado del monarca fue repoblar ciertos pueblos que habían quedado deshabitados a consecuencia de la guerra, como Ledesma, Ribas, Los Baños y Salamanca.

Rebelión del condado de Castilla (940)

Al año siguiente de la gran victoria de Simancas, Ramiro II tuvo que hacer frente a acontecimientos que pudieron tener graves consecuencias, pero que abortaron gracias a la perspicacia y rapidez de acción de monarca leonés. En efecto, el conde Fernán González de Castilla y otros personajes decidieron hacer la guerra al rey Ramiro, sin que se sepa muy bien la causa. Pero éste les salió al paso, se apoderó de ellos y les encerró en una fortaleza.

Ramiro II impuso en Castilla al conde Asur Fernández y luego a su propio hijo Sancho, pero la protesta de los castellanos le obligó a devolverles a su conde, no sin antes obligarle a que prestase juramento de obediencia y fidelidad. Para afianzar este lazo, casó a su hijo Ordoño con Urraca, hija del conde castellano. Pero las cosas ya no seguiría igual, pues el rey leonés se quedó privado de su mejor general, y la suerte de las armas no le fue tan favorable al monarca en lo sucesivo.

Nuevo contraataque musulmán (941)

En 941 los musulmanes invadieron el territorio cristiano por el Duero, pero fueron sorprendidos por sus enemigos. Se entabló un enconado combate, del que los musulmanes salieron victoriosos.

4ª expedición: Talavera (949)

Hacia el 944 se concertó una tregua de cinco años entre Ramiro II y el califa. Apenas expirada aquella, Ramiro II, que ya entonces debía de ser bastante anciano, reanudó las hostilidades contra los moros.

Cruzó el Duero, marchó contra Talavera, desbarató sus defensas y venció al ejército musulmán, haciéndole 12.000 muertos y 7.000 prisioneros.




FUENTES: