HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Batallas y combates



BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA (16 de julio de 1212)

Victoria de los cristianos sobre los almohades, que señaló el principio del fin del poder de éstos en la Península Ibérica.

17 años despues de su derrota en la batalla de Alarcos, el rey Alfonso VIII logró ajustar una paz honrosa con los reyes de León y Navarra, consiguió que el papa proclamase una Santa Cruzada contra los infieles en tierras ibéricas, y se puso al frente de todas las fuerzas de la Cristiandad que convocó para luchar de nuevo contra los almohades.

Por su parte, Mohamed ibn Jacub, el hijo del vencedor en Alarcos y el "Miramamolín" de las crónicas cristianas, había proclamado la Guerra Santa contra los cristianos.

Los cruzados se concentraron en Toledo y seguidamente se dirigieron hacia Sierra Morena para invadir Andalucía marchando en tres cuerpos:

  • Vanguardia: mesnadas de las comunidades de Castilla y los cruzados extranjeros, al mando de Don Diego López de Haro.

  • Grueso: las Órdenes Militares y las huestes aragonesas, al mando del rey Pedro II el Católico de Aragón.

  • Retaguardia: la flor y nata de los caballeros cristianos y numerosa tropa de peones, al mando del rey Alfonso VIII de Castilla, acompañado por el arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Ximénez de Rada.

El ejército cristiano se apoderó de Malagón y recobró la fortaleza de Calatrava, que devolvieron a sus caballeros. Tras este éxito inicial los extranjeros que marchaban en el ejército abandonaron la expedición pretextando no poder sufrir los rigores de la estación. Se mantuvieron en su puesto Teobaldo de Blazón, el arzobispo de Narbona y unos 150 caballeros. No obstante, esta pérdida fue compensaba por la incorporación en Alarcos del ejército navarro al mando del rey Sancho VI.

Al otro lado de Sierra Morena se encontraban unos 400.000 soldados musulmanes al mando de Mohamed ibn Jacub. Estaban acampados en los alrededores de Baeza y cerraban los pasos de Despeñaperros, Muradal y Losa, impidiendo el avance de los cristianos. A éstos no les quedaban más que dos opciones: forzar el paso de Sierra Morena o dar un largo rodeo. La primera opción sería costosa en vidas debido a lo inexpugnable de las posiciones enemigas; la segunda era inviable debido a que la poca cohesión de un ejército tan variopinto y de tan distintas procedencias como el cristiano dificultaría mantener la disciplina, y el gran número de soldados presentes (unos 120.000 hombres) hacía difícil proveer de víveres al ejército. Por ello, tras celebrarse un Consejo para discutir el partido a tomar, la mayor parte de los capitanes se decantó por el ataque.

Los cristianos intentaron forzar el paso del Losa, flanqueándolo por el paso del Muradal. Para ello la vanguardia atacó vigorosamente, pero la angostura del terreno les impidió desplegar todas sus fuerzas y emplear la caballería, que era el grueso de sus fuerzas. Por su parte, los musulmanes, que ocupaban todas las alturas inmediatas, hostilizaban a los cristianos, que se vieron obligados a retirarse.

En esto un pastor de cabras se presentó en el Cuartel General cristiano para informar de la existencia de una senda que conducía a las cumbres donde estaba acampado el enemigo. El rey Alfonso VIII envió a Don Diego López de Haro y a Don García Romeu a reconocer el camino, quienes confirmaron la noticia.

El 14 de julio de 1212 todo el ejército cristiano desfiló por la senda fuera de las vistas de los musulmanes. Atravesaron el paso del Emperador (o paso del Rey) y llegaron a una meseta (hoy Santa Elena) frente a los campos de las Navas de Tolosa. La sorpresa que produjo entre los musulmanes la presencia de los cristianos en ese punto fue muy grande. No obstante, no dudaron en su victoria, fiando en su superioridad numérica. Mohamed ibn Jacub presentó batalla inmediatamente, pero los cristianos la rehusaron hasta hallarse bien descansados y dispuestos.

En la noche del 15 al 16 de julio el ejército cristiano se dispuso para el combate, formando en tres líneas:

  • Vanguardia: al mando de Don Diego López de Haro.

  • Derecha, al mando del rey Sancho VI de Navarra; y centro, al mando de don Gonzalo Núnez con varios caballeros templarios.

  • Izquierda, al mando del rey Pedro II de Aragón; y Reserva, al mando del rey Alfonso VIII de Castilla, acompañado por el arzobispo de Toledo.

Los musulmanes, divididos en cuatro cuerpos, formaron en media luna:

  • Vanguardia: tropas ligeras árabes y bereberes.

  • Segunda línea: voluntarios de todo el imperio almohade.

  • Grueso: tras la segunda línea.

  • Reserva: un cuerpo de unos 10.000 soldados negros protegiendo el Cuartel General del emperador almohade; estaban situados en una altura que dominaba la posición de las tropas musulmanas.

La batalla comenzó con el avance de la vanguardia cristiana, que fue rechazada por los musulmanes. Reforzada con el centro y las tropas de la derecha e izquierda, la vanguardia reanudó el ataque con tal ímpetu que los cristianos obligaron a los musulmanes a desplegar en primera línea todas sus fuerzas y a cargar con su caballería. Pero la carga fue rechazada y las tropas cristianas de la reserva se unieron a la batalla, cayendo sobre el enemigo quebrantándole, arrollándole y forzándole a iniciar la retirada.

Pero los 10.000 soldados negros del emperador Mohamed ibn Jacub aguantaron la acometida de los cristianos con tenacidad, cuya resistencia se quebró cuando el rey Sancho VI de Navarra logró abrir una brecha en aquella muralla de picas, rompió la cadena que unía a los combatientes y penetró en el recinto del emperador almohade sembrando el terror y la muerte de tal manera que Mohamed ibn Jacub huyó precipitadamente hacia Jaén.

No hubo cuartel para los vencidos, y se dice que sufrieron unas 200.000 bajas.






FUENTES: