EL ARMA DE INGENIEROS




OFICIALES DEL REAL CUERPO DE INGENIEROS


D. FÉLIX DE AZARA Y PERERA (1742 - 1821)

Fecha de ingreso en el Real Cuerpo: Ingeniero Delineador el 3 de noviembre de 1767.
Número de escalafón (Memorial de 1911): 523

Ingeniero Extraordinario del Real Cuerpo de Ingenieros, con el grado de Teniente Coronel de Infantería y empleo de Capitán de Navío de la Armada Española.

Nacimiento y estudios

Sr. D. Félix de Azara y Perera. Pintura de Goya, de 1805. Óleo sobre lienzo, 215 x 132 cm. Expuesto en el patio de la Infanta, sede central de Ibercaja, Zaragoza.

Félix de Azara nació en Barbuñales (Huesca) el 18 de mayo de 1742 y murió el 26 de octubre de 1821 en la misma población.

Fue el sexto hijo de una acomodada familia, si bien otras fuentes afirman que fue el tercero. Su padre, Alejandro de Azara y Loscertales, era señor de Barbuñales y de Lizara y Barón de Pertusa. La influencia de su familia se aprecia en los puestos destacados a los que llegaron sus hermanos: Eustaquio, obispo de Barcelona; José Nicolás fue uno de los ilustrados españoles más destacados y desempeñó variadas e importantes misiones diplomáticas al servicio de Carlos III y Carlos IV; Mateo llegó a ser auditor de la Audiencia de Barcelona y Lorenzo profesor de la Universidad de Huesca y Deán de su Cabildo Catedralicio.

La vida de Félix de Azara fue la propia de un ilustrado: curioso, observador, deseoso de conocer y mejorar el mundo que le rodeaba para bien de su pueblo.

Su etapa de formación comenzó a los once años (1753) en la Universidad de Huesca, donde permaneció cuatro años, terminados los cuales decidió no seguir estudios en la Universidad Sertoriana y eligió la carrera de las armas. A este respecto, se ha de hacer notar que los ilustrados no recibieron su formación científica en las Universidades españolas de mediados del siglo XVIII, ya que éstas estaban ancladas en el más cerrado aristotelismo y en sus aulas no se impartían ni ciencia moderna, ni matemáticas, ni ninguna de las llamadas ciencias útiles. La ciencia moderna y las matemáticas, que tanto interesaban a los ilustrados, se estudiaban en los Seminarios de Nobles o en las Academias Militares.

Alrededor de 1758, con 16 años, comienza la carrera militar en el "Colegio de Artilleria" de Segovia, en contra de lo que sus padres hubiesen deseado. En julio de 1764, con 22 años, fue nombrado cadete del Regimiento de Infantería de Galicia. Enseguida pidió licencia para realizar estudios de matemáticas en una de las escuelas más prestigiosas de la época, la Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona, donde cursó entre 1765 y 1767 los cuatro cursos de su plan de estudios, finalizados los cuales fue nombrado Subteniente de Infantería e Ingeniero Delineador "de los ejércitos nacionales, plazas y fronteras" el 3 de noviembre de 1767 con 25 años. En su expediente académico (ACA, 121) consta que su aprovechamiento teórico era bueno, pero que era medicocre en aprovechamiento práctico y dibujo.

Primeros pasos como Ingeniero Militar

Hasta marzo de 1768 está destinado en Barcelona como experto en delinear, asistiendo a las obras del castillo de San Fernando, en Figueras. El 1 de marzo de ese año extendió un certificado para "probar su infanzonía", y en diciembre pasó por enfermedad al monasterio de San Cugat de Barcelona.

En los años siguientes trabajó en las correcciones hidrográficas de los ríos Oñar, Tajuña, Henares y Jarama; se ocupó de reconstruir las fortificaciones de Mallorca. Tanto celo demostró en todos sus cometidos que fue nombrado Maestro de Estudios de Ingenieros de Barcelona. Una estatua suya todavía se puede contemplar hoy en el Parque de la Ciudadela de Barcelona.

En 1775, con 33 años, tomó parte en la expedición contra Argel. En las operaciones de desembarco fue herido y dejado por muerto en la playa: "Los cuidados de un amigo y la osadía de un marinero que le sacó la bala con un cuchillo lo volvieron a la vida". Trasladado a la península en un barco de su protector, el Conde de Fuentes, tuvo una larga convalecencia debida a la infección de la herida que le provocaba fiebre continua y no cicatrizaba. En el proceso de curación se le extirpó parcialmente una costilla, su convalecencia duró cinco años, prácticamente todo el tiempo que estuvo en la Península hasta el comienzo de su misión en Sudamérica. Hay un dato curioso, y es que, entre los achaques que padeció en el largo proceso de curación de la herida de guerra, sufrió unas tremendas molestias de estómago que le aparecían después de las comidas, hasta que un médico le dijo que no probara el pan - santo remedio. Dejó de comer pan, le desaparecieron las malas digestiones y se fue entrenando para la dieta de carne asada a la que iba a estar sometido durante los casi veinte años de su aventura sudamericana.

En mayo de 1778 levantó el plano y perfil del curso del arroyo Galligans, en Gerona. Ese mismo año realizó también el plano, perfil y elevación de la muralla quebrantada y el torreón arruinado de la ciudad de Gerona.

A punto a cumplir los 47 años, en enero de 1779 es Capitán de Infantería e Ingeniero Extraordinario. En esa fecha tiene a su cargo la obra de recalzo de Gerona, siendo Capitán General de Cataluña el Conde de Ricla. El 4 de mayo de ese año cayó enfermo mientras se encontraba en Lérida, siendo sustituido por un tal Biraci. El 27 de junio se trasladó a Amer para curarse de su enfermedad, donde residió hasta el 16 de noviembre.

El 16 de octubre de 1780 tiene el grado de Teniente Coronel de Infantería, manteniendo el de Ingeniero Extraordinario. Tiene 48 años. Se le destina a Guipúzcoa, junto con el Ayudante de Ingenieros D. Narciso Codina.

Miembro de la Comisión de Límites con Portugal

El motivo por el que don Félix de Azara llegó a ser el naturalista español más afamado de su tiempo, y que de no haberse presentado don Félix ni siquiera se hubiera planteado viajar a América, fue el de cumplir las exigencias de los Tratados de San Ildefonso (1778) y El Pardo (1778), firmados tras la expedición a la colonia de Sacramento de 1776.

Para dar cumplimiento al Tratado de El Pardo en lo relativo al trazado de la línea divisoria entre los dominios coloniales de Portugal y España en América meridional, Carlos III expidió la Real Instrucción de 6 de junio de 1778, dictada con la aprobación de las cortes de Madrid y Lisboa, encomendando su ejecución al nuevo virrey del Río de la Plata, don Juan José de Vértiz, quien había sustituído a don Pedro de Ceballos. A pesar de que el rey aprobó la propuesta del virrey el 12 de enero de 1779, los trabajos no comenzaron hasta el 10 de enero de 1784, y se conservan sus trabajos día a día hasta enero de 1790, si bien no finalizaron nunca.

Ambos países nombraron sus comisionados para determinar sobre el terreno los limites de sus posesiones. Felix de Azara fué nombrado por la parte española, como agregado a la marina de guerra. En 1781 recibió orden de presentarse al embajador de España en Lisboa. De allí partió con sus compañeros en un buque portugués (por hallarse España en guerra contra Inglaterra) para ponerse a las órdenes del virrey de Buenos Aires. El 12 de marzo llegaron a Río de Janeiro y el 13 de mayo a Montevideo. Durante el viaje, Félix de Azara recibió el despacho de Capitán de Fragata, porque el rey dispuso que todos los comisionados fueran oficiales de marina y, como capitán de navío. De esta manera, como capitán de navío firmó su "Geografía Fisica y Esférica" y pasó a la posteridad con el uniforme de este empleo en el cuadro donde Goya le retrató en 1805.

Don Félix de Azara, naturalista en sudamérica.

El periodo que media entre su llegada a Buenos Aires en 1781 y su vuelta a España en 1801 es el más interesante y productivo de la vida de Félix de Azara , destacando como ilustre militar, brillante ingeniero, exacto geógrafo, sagaz etnógrafo, experto fundador de colonias y ciudades, pero sobre todo como singular y relevante naturalista.

Al llegar a Asunción, capital de Paraguay, no encontró ningún miembro de la comisión portuguesesa, y los indicios indicaban que tardarían en llegar. Tal y como escribió en su libro Geografía física y esférica, su inclinación como naturalista nació en esos tiempos:

    "[...] me vi precisado a meditar sobre la elección de algún objeto que ocupase mi detención con utilidad. Desde luego vi que lo que convenía a mi profesión y circunstancias era acopiar elementos para hacer una buena carta sin omitir lo que pudiese ilustrar la geografía física, la historia natural de las aves y los cuadrúpedos y finalmente lo que pudiera conducir al perfecto conocimiento del país y sus habitantes [...]"

Memorias sobre el estado rural del Río de la Plata.

Como su misión oficial era esperar a los portugueses, muchos de los viajes que realizó para conocer el país los hizo a escondidas y a sus propias expensas. Muchas veces pedía permiso al virrey para viajar él y sus acompañantes con excusas. En esos viajes escondía los aparatos de medida para no levantar sospechas. Cada día a mediodía observaba la latitud por el sol y durante la noche la determinaba por las estrellas. Jamás viajó sin un aparato de reflexión de Halley y un horizonte artificial. En los viajes llevaba baratijas y alcohol para atraerse a los indios, un escaso equipaje y una escasa intendencia, por lo que, en sus largas expediciones, tenía que someterse a dietas de carne asada. Completaba los datos obtenidos en las expediciones con datos de archivo, pero estaban como los archivos estaban muy desordenados conseguía poca información.

Azara tenía formación como ingeniero militar y estaba versado en matemáticas y ciencia moderna, pero no tenía una preparación adecuada como naturalista. No obstante, tenía firmemente adquirido el método científico por su educación y por su ejercicio profesional. Su espíritu científico le llevó elaborar una obra sólida, admirada en toda Europa por su rigor observacional, por sus métodos de clasificación y por sus teorías. La obra naturalista de Azara quedó recogida en tres libros fundamentales: Viajes por la América Meridional, editados en París, y en francés, en 1809; Apuntamientos para la Historia Natural de los páxaros del Paraguay y del Río de la Plata, ultimado en 1796 y publicado en 1802; Apuntamientos para la Historia Natural de los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata, que completó al final de sus estancia americana.

El método de Félix de Azara como naturalista le llevó a corregir afirmaciones erróneas emitidas por Buffon en su Historia Natural y a ser considerado por algunos autores como precursor de las teorías hereditarias del siglo XIX y de las evolucionistas de Darwin. Debe hacerse notar que la obra dio a los naturalistas de su tiempo y a los posteriores un material observacional útil y abundante junto a unos temas sobre los que investigar y reflexionar. Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata.

Félix de Azara observaba a los animales en su medio natural, los medía, estudiaba sus colores, las diferencias entre machos y hembras, realizaba un dibujo y proseguía con la clasificación por familias. Azara era consciente de que no conocía los métodos de clasificación de Linneo ni los nombres dados a los animales por Buffon, máximo naturalista del siglo. Por eso vio la necesidad de estudiar la obra de Buffon, que, con todo apremio, pidió a España. En 1796, en su viaje a Buenos Aires, recibió la obra de Buffon, pero él ya tenía solucionado el problema de clasificación de los pájaros y terminada su obra Apuntamientos para la Historia Natural de los páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. La obra de Buffon le sirvió para recoger datos de los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata según la taxonomía Buffoniana.

Al recibir la obra del sabio francés, Azara constató que Buffon no conocía muchas especies americanas o que las había visto deterioradas por el traslado o por la mala conservación. Además, el naturalista español aportaba ricas observaciones sobre el medio natural en que se desenvolvían los animales y sustanciosas reflexiones sobre vida y comportamiento de las diferentes especies.

Azara aportó a la comunidad científica, además de un material observacional científicamente clasificado, una serie de opiniones que lo enfrentaron a las tesis comúnmente aceptadas. Así, para explicar la aparición de especies idénticas en diferentes continentes, no aceptaba la hipótesis de las grandes emigraciones, en cambio mantenía la teoría creacionista, aunque modificada con las hipótesis de creaciones simultáneas y creaciones sucesivas. Proponía como causas de carácter interno para explicar las mutaciones observadas en diferentes especies animales y, de este modo se aproximó a una teoría de la herencia que cristalizaría en el siglo XIX. Azara había observado diferencias entre los animales de una misma especie que no se debían a una causa superficial sino a una causa interna. No sabía explicar los mecanismos de la evolución, pero observó que existe, en el ser vivo, la posibilidad de cambiar, con lo cual introdujo el desorden, algo se escapaba a la perfecta armonía del universo newtoniano y además se acerca al concepto de mutación de la biología moderna.

Su obra no fue reconocida al principio; es más, algunos de los productos de sus minuciosas observaciones fueron tirados, literalmente, a la basura. Tal es el caso del envío que le hizo en 1789 a Floridablanca de cuatrocientos pájaros conservados en alcohol. El ministro los remitió al vicerrector del Gabinete Real de Historia Natural, José Clavijo Fajardo, el cual sólo vio en aquella preciosa aportación de Azara que los nombres de los pájaros estaban en indio (por aquellas fechas Azara no conocía la obra de Buffon), que no se citaba en el trabajo ni a Buffon ni a Linneo y que las hipótesis emitidas por Azara cuestionaban las de estos autores.

Don Félix de Azara, humanista ilustrado

Azara, por ser un hombre ilustrado, es un polifacético que no sólo centra sus investigaciones en aquello que es cuantificable y medible, es decir, las Ciencias de la Naturaleza, sino que dedica gran parte de su trabajo al estudio del hombre desde varias perspectivas:

  • Como etnógrafo, haciendo una interesante y sagaz recopilación de datos sobre las costumbres, formas de vida y relaciones humanas de los indios salvajes de la America Meridional.

  • Como filósofo, interviniendo en la polémica que se suscita a raíz del Descubrimiento de América sobre el origen de los indios y si el "indio" es un ser racional y, por lo tanto, hombre digno de recibir el sacramento de la Eucaristía, o si no llega a esta categoría.

  • Como historiador, investigando sobre el descubrimiento y conquista de Río de la Plata y del Paraguay.

  • Como crítico, que imbuido de las ideas filosóficas del s.XVIII analiza "los medios empleados por los conquistadores de América para reducir y sujetar a los indios salvajes". Contraponiendo los métodos eclesiásticos a los seglares, decantándose por los segundos; porque desde su formación de hombre ilustrado tenía como objetivo primordial la secularización de la cultura y el triunfo de la verdad útil, medida en grados de rentabilidad económica.

  • Como literato, Azara es un buen escritor en el sentido técnico del término y no artístico. Para Azara el "bien escribir" es un oficio, no un arte, porque él concibe lo literario, no como la búsqueda de la belleza absoluta, sino como el medio para la divulgación cientifica. Azara escribe en una prosa tersa, con una sintaxis clara, con unas proporciones áureas de la frase, buscándole a sus ideas la mayor concisión y la mayor nitidez. Apuntándose con ello al conjunto de escritores del s.XVIII que crean la prosa moderna y el género del ensayo.

Don Félix de Azara, ingeniero militar en sudamérica

Independientemente de su afición como naturalista, Azara no olvidó que su misión principal era el reconocimiento de la frontera. Para ello reconoció durante 14 años las regiones fronterizas con el Brasil, levantando un mapa de estas regiones, siendo además fue nombrado Comandante Jefe de la frontera con el Brasil.

Su condición de Ingeniero Extraordinario le permitió realizar otro tipo de trabajos:

  • En 1788 realizó la elevación del frente de una iglesia de los ex-jesuitas.

  • El 13 de enero de 1789 tenía fechado el plano y perspectiva del presidio portugués de la Nueva Coimbra, situado en el margen occidental del río Paraguay. Ese mismo año organizó las defensas del Río de la Plata.

Regreso a la Península

En 1801 regresó a la Península; tenía 59 años. Gracias a su hermano José Nicolás fue presentado en París a grandes investigadores, acogido en muchas sociedades científicas y recibido con honores en el Museo de Historia Natural. Cuando en 1803 volvió a Madrid rechazó el virreinato de Méjico y en 1805 aceptó ser miembro de la Junta de Fortificaciones. Ese mismo año se retiró a Barbuñales, desde donde redactó numerosos informes y se ocupó de estudiar problemas de economía y agricultura de su tierra. Murió en Barbuñales, su pueblo natal, en 1821. Sus restos reposan en la catedral de Huesca.

Una prueba del talante ilustrado y no absolutista de este sabio ingeniero militar aragonés es que en 1815 rechazó la Orden Americana de Isabel la Católica que acababa de ser creada por Fernando VII.

Obras publicadas por don Félix de Azara

  • Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata. Publicado en 1802.

  • Apuntamiento para la historia natural de los pájaros del Paraguay y del Río de la Plata.

  • Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata. Escrito en 1805 y publicado en 1847. Con motivo del Quinto Centenario se publicó una edición de bolsillo a cargo de Andrés Galera Gómez: Descripción general del Paraguay. Madrid, Alianza Editorial, 1990.

  • Viaje a América meridional desde 1781 hasta 1801.

  • Diario de navegación del Tebicuary.

  • Memoria rural del Río de la Plata.

  • Límites del Paraguay.

  • Geografía física y esferica del Paraguay. Publicada en 1904.

  • Reflexiones económico-políticas sobre el estado del Reino de Aragón.




FUENTES:

  • Memorial del Arma de Ingenieros. Mayo de 1908. Año LXIII, número V. Nota (1) de la página 206.

  • Horacio Capel y siete más. Los Ingenieros Militares en España (Siglo XVIII). Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial. Universidad de Barcelona. Barcelona, 1983.

  • Artículo de Concha Alfageme Ortells, catedrática de Lengua y Literatura del I.E.S. Felix de Azara.

  • Artículo de Víctor Arenzana Hernández, catedrático de Matemáticas del I.E.S. Felix de Azara.